viernes, 17 de octubre de 2014


Zapotecas
(Oaxaca)



Los zapotecas fueron uno de los pueblos que tuvieron un papel muy importante en el desarrollo cultural de Mesoamérica. Establecidos por lo menos desde un milenio antes de la era cristiana en la sierra, valle central y en el istmo de Tehuantepec, Oaxaca, los zapotecas recibieron la influencia de los olmecas. Eran éstos los creadores de la cultura madre que comenzó a florecer en las costas del golfo de México, en la región limítrofe de los actuales estados mexicanos de Veracruz y Tabasco.
Hacia el siglo VI a.C. los zapotecas estaban en posesión de un sistema calendárico y también de una forma de escritura. De ello dan testimonio las centenares de estelas con inscripciones que se conservan en el centro ceremonial de Monte Albán. Dichas estelas se conocen como de ‘los danzantes’, ya que las posturas de las figuras humanas con las que se registran tales inscripciones, mueven a pensar que están bailando. En esa primera etapa del desarrollo zapoteca comenzaron a construirse tumbas de cajón o rectangulares en las que aparecen ofrendas y representaciones del dios de la lluvia conocido como Cocijo, deidad que habría de tener un lugar muy importante en el panteón zapoteca.
En los siglos siguientes, según los datos proporcionados por la arqueología, pueden distinguirse varios períodos de ulterior desarrollo. En el que abarca desde el 300 a.C. hasta el 100 d.C., se dejó sentir la presencia de algunos elementos que más tarde se desarrollarían con mayor fuerza entre los mayas. De esa época provienen asimismo edificaciones más suntuosas, entre ellas las de varios juegos de pelota y algunos templos en Monte Albán y en otros lugares de Oaxaca como Yagul, Teotitlán, y Zaachila.
A ese período siguió el del auge de la cultura zapoteca entre el año 100 d.C. y el 800 d.C. Coincidió con el esplendor de Teotihuacán en la región central. Fue entonces cuando el centro de Monte Albán llegó a su máximo florecimiento. De ello dan fe los templos, palacios, adoratorios, plazas, juegos de pelota y otras edificaciones que allí pueden contemplarse. Además de Cocijo, dios de la lluvia, se adoraba a la pareja de dioses creadores llamados Pitao Cozaana y Pitao Nohuichana, representación de la dualidad que también aparece en las otras regiones de Mesoamérica. En este período de esplendor se consolida la presencia zapoteca en los ya mencionados Yagul y Zaachila, y en otros muchos lugares como Huajuapan, Juchitán, Piedra Labrada y algunos ya situados en los actuales territorios de Puebla y Guerrero.
Al período de esplendor siguió uno de franca decadencia. Otro grupo étnico, el de los mixtecos, ocupó su principal centro ceremonial y se impuso en gran parte del territorio oaxaqueño. Los zapotecas, a veces sometidos a los mixtecos y en ocasiones aliados con ellos, establecieron su ciudad principal en Zaachila. A pesar de su decadencia, los zapotecas lograron conservar en parte su independencia y salir victoriosos en varias guerras que tuvieron contra grupos vecinos y oponiendo resistencia a los intentos de los mexicas o aztecas que trataban de sojuzgarlos. Tan sólo la conquista española puso fin a la existencia autónoma zapoteca.
Descendientes de los antiguos pobladores de diversos lugares de la sierra, de los valles centrales y la costa de Oaxaca, los zapotecas contemporáneos, a pesar de haber vivido por siglos marginados y depauperados, han conservado muchas de sus tradiciones, formas de vida, creencias y organización social. Elemento que les confiere profundo orgullo es el hecho de que un zapoteca serrano, Benito Juárez , no sólo haya sido presidente de la República sino el máximo defensor de ella frente a la intervención francesa que, promovida por Napoleón III, fue victoriosamente rechazada.
Tanto por las variantes que existen en su lengua como por sus formas de vida y condiciones económicas, los zapotecas ostentan considerables diferencias entre sí. Así, en tanto que perdura su aislamiento y pobreza en muchos lugares de la sierra, hay en cambio zapotecas en la región del istmo de Tehuantepec cuyos niveles de vida son comparables a los de la población no indígena. Entre éstos últimos zapotecas pervive, no obstante, su sentido de identidad cultural y el empleo de la lengua que es además objeto de cultivo y vehículo de expresión literaria, tanto en cantos y poemas como en la narrativa. La acentuada fisonomía cultural de los zapotecas del istmo es perceptible de muchas formas. Una de ellas la ofrece la gracia y altivez de sus mujeres, las célebres tehuanas, con sus característicos tocados y sus ricas joyas.
Los zapotecas contemporáneos, herederos del rico legado cultural de sus antepasados, constituyen uno de los grupos étnicos más grandes de México. De acuerdo con el censo de 1990, se acercaban al medio millón de personas.



Zacatecos
(Coahuila, Aguascalientes y  Durango)



Los zacatecos eran una de las seis tribus chichimecas que habitaban en el norte de México, en la zona que los conquistadores españoles llamaron Aridoamérica, y que con el tiempo vino a darle nombre al estado que actualmente conocemos por Zacatecas. Del grupo chichimeca era una de las llamadas cuatro naciones principales, sin embargo, junto a la de los guachichiles, su cultura era de un grado inferior a la de los otro cuatro grupos: pames, guamares, tecuexes y caxcanes. Esa diferencia radicaba en que los cuatro últimos tenían adoratorios y conocían la agricultura.

Los zacatecos tenían al noreste a los guachichiles como vecinos; en el oeste su territorio limitaba, cerca de Durango, con la nación tepehuana, y al norte con los irritilas o tribus laguneras, hasta donde hoy se encuentran Cuencamé y Parras. En Malpaís se localizaban sus centros poblacionales más importantes, alrededor del Peñón Blanco y del Cerro de la Bufa; y en parte del estado de Jalisco, en Mezquitic.
 El zacateco era un pueblo guerrero, valientes y denodados, y célebres flecheros. Las primeras referencias que se encuentran en las crónicas de la época de la conquista hablan de que andaban desnudos, que solamente llevaban “medias calzas de perro”, de la rodilla al tobillo, para protegerse de la vegetación. Esta característica de desnudez estaba generalizada entre todas las tribus chichimecas, aunque algunos de los grupos se cubrían con pieles.

La cultura zacateca se considera extinta, aunque tienen muchos descendientes directos, que viven en grandes concentraciones en los estados de Zacatecas y Durango, y debido a la emigración en grandes ciudades norteamericanas como Los Ángeles, Dallas y Chicago. Sus tradiciones se han ido perdiendo por distintas razones, por el mestizaje y la asimilación de otras costumbres mexicanas principalmente.

La palabra Zacatecas es un vocablo náhuatl, que significa “habitante de la tierra donde abunda el zacate”. Deriva del vocablo zacatl, que quiere decir “hierba, junco, grama” y del locativo co. El resultado da origen al término Zacatécatl que traducido quiere decir “habitante de zacatlan”. La desaparición de su lenguaje tampoco favorece una identificación exhaustiva, aunque se cree que su idioma perteneció a la familia lingüística uto-azteca.
 Los zacatecos eran principalmente nómadas y carecían de modo de vida agrícola, al contrario que otros grupos como los tecuexes, pames, guamares y caxcanes, de lo que no se tiene conocimiento es de cómo llegó hasta ellos, aunque bien pudiera deberse a la influencia de sus vecinos los otomíes y los tarascos. Eran cazadores y recolectores de frutos silvestres, se alimentaban de tunas, semillas, raíces, dátiles y mezquite, con el que elaboraban una especie de pan que conservaban para épocas de escasez; también de la caza de conejos y de ranas y peces. El trueque con otros grupos, especialmente con los que practicaban la agricultura, les permitía otro tipos de alimentos, y el intercambio de utensilios domésticos, artesanías, alfarerías y otros productos.

Respecto a sus costumbres religiosas, según Powell, rendían culto a cuerpos celestiales como el sol y la luna, y cierta adoración por algunos animales. También, referente a sus dioses, los cronistas de la época opinaban de esta manera: “creen como descreen y no adoran ni aún han adorado a Dios conocido, sino hoy una piedra que hayan o hacen, y mañana otra diferente figura y ordinariamente de animales, sin permanecer en ninguna”.


Toltecas
(México)



 Los toltecas (en nahuatl, ‘maestros constructores’), pueblo nativo de México que emigró desde el norte de lo que ahora es México, tras la decadencia (en torno al año 700 d.C.) de la gran ciudad de Teotihuacán, y que estableció un estado militar en Tula, a 64 km al norte de la moderna Ciudad de México, en el siglo X d.C. Se pensó que su llegada marcó el cenit del militarismo en Mesoamérica, puesto que el ejército tolteca empleó su mayor potencia para dominar las sociedades vecinas. El pueblo tolteca creó una refinada cultura, que incluía conocimientos sobre la fundición del metal, el trabajo de la piedra, la destilación y la astronomía. Su arquitectura y su arte reflejan influencias de Teotihuacán y de la cultura olmeca.
Los restos de Tula, a veces llamada Tollan Xicocotitlán, incluyen tres templos piramidales, de los cuales el más grande está rematado por columnas de 4,6 m de altura en forma de estilizadas figuras humanas conocidos como "atlantes" (guerreros); se cree que estaba dedicado a Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, deidad que los toltecas adaptaron de culturas anteriores y la adoraron como el dios del planeta Venus. Según la leyenda, un dios rival tolteca Tezcatipotla, hizo que Quetzalcóatl y sus seguidores abandonaran Tula en torno al año 1000 d.C. Se desplazaron al sur y posteriormente desarrollaron la ciudad maya de Chichén Itzá, convirtiéndola en su capital y en un importante centro religioso. La civilización tolteca decayó en el siglo XII, cuando los chichimecas, junto con otros pueblos indígenas, invadieron el valle central y saquearon Tula. Los toltecas del sur fueron absorbidos por los mayas, a los que habían conquistado anteriormente. Hacia el siglo XIII la caída de Tula y del poder tolteca abrió el camino para la ascensión de los aztecas.



Teotihuacanos
(México)



El yacimiento arqueológico de Teotihuacán contiene los restos de la ciudad más antigua del continente americano, situado en el municipio mexicano homónimo, 45 km al noreste de la actual ciudad de México. El lugar fue ocupado por primera vez en los siglos I y II a.C. De ser un pequeño asentamiento pasó a convertirse en una importante ciudad en el siglo II d.C., hasta cerca del año 700 d.C. Se han formulado varias hipótesis para explicar su decadencia y posterior abandono: disensiones internas, cambios climáticos, o invasiones de pueblos del norte. Su población se dispersó por la región central de México y también en lugares apartados, llegando algunos a establecerse en los países que en la actualidad son los de El Salvador y Nicaragua. La ciudad ocupaba una superficie muy amplia, 21 km2, y llegó a estar poblada por 125.000 habitantes siendo considerada ya en ese entonces una de las ciudades más grandes del mundo. Sus notables monumentos incluyen las Pirámides del Sol y de la Luna, unas de las edificaciones más grandes jamás construidas, la Ciudadela, el templo de Quetzalcóatl y la Avenida de los Muertos, que es una amplia vía flanqueada por los restos de antiguos templos de casi 2.000 m de longitud. Los muros de algunos de ellos están decorados con frescos de color que representan temas mitológicos o religiosos. El conjunto de las casas seguía un trazado urbanístico en forma de cuadrícula que rodeaba el centro monumental de la ciudad. Los habitantes de Teotihuacán, que, en realidad, fue una verdadera ciudad-estado, tuvieron estrechos contactos con la contemporánea cultura maya del Yucatán y de Guatemala, y su cultura ejerció una importante influencia en posteriores civilizaciones mexicanas como la de los aztecas.



Sumos
(Chihuahua)

Los sumos o tawahkas habitan en los departamentos de Gracias a Dios y Olancho en Honduras y en la Costa Atlántica de Nicaragua. Son uno de los grupos étnicos que se localizan en las riberas del río Patuca, en la Mosquitia, como se denomina la región donde se ubican. La mayoría de los componentes de este grupo indígena en Honduras viven en la aldea de Krausirpe, en el margen derecho del río Patuca y en la desembocadura del río Wampú. Algunos estudiosos opinan que la procedencia de los antepasados de los tawahkas, al igual que la de los miskitos y ramas, con los que están emparentados, se sitúa en Colombia, desde donde emigraron pasando por el istmo de Panamá.

El territorio histórico que habitan, desde el siglo XVII aproximadamente, constituye uno de los últimos remansos de bosque tropical húmedo, un santuario que les ha permitido continuar con su tipo de vida tradicional, basada en la agricultura de subsistencia, la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres. Los sumos eran uno de los grupos étnicos más extensos de Centroamérica durante el periodo de la colonia. Se extendían desde el río Patuca en Honduras, a través de la Sierra Central de Nicaragua, hasta el río Rama. Por el oeste lo hacían dentro del sur de Honduras y en Nicaragua colindaban con los matagalpas y el Lago Nicaragua o Cocibolca.

Durante la época colonial se vieron obligados a replegarse hacia el interior de Honduras, ante la belicosidad e intransigencia de los miskitos o zambos, la causa por la que se asentaron en la región central del país. Sin embargo, y a pesar de las disputas entre los dos grupos, parece evidente la relación de parentesco entre ellos, son muchos los rasgos o elementos que los asemejan y entre ellos está la lengua.
 En la antigüedad estaban formados por diez sub tribus: Tawahka, Panamako, Ulwa, Bawinka, Kukra, Yusku, Prinzu, Boah, Islam y Ki. En los documentos que se conservan de la época colonial podemos encontrar que se trataba del grupo dominante de esta zona durante al menos cuatro siglos. También podemos comprobar que sus territorios siempre fueron los situados en los alrededores de la confluencia de los ríos Patuca y Wampú, donde viven en la actualidad.

La lengua materna de este pueblo indígena es el tawahka, y se clasifica dentro del grupo Misupalpan, también hablan miskito y el español, aunque este último con cierta dificultad. El nombre con el que ellos llaman a su lengua es twanka y tiene una similitud con la denominación que los españoles dieron en el siglo XVII a los indios de la zona del Guayape-Guayambre: tahuajcas. Los españoles los conocían por el nombre de taguacas y los describían como belicosos e indóciles, no sólo en sus relaciones con los conquistadores, de igual modo con los indios lencas y con los misioneros. También se les denomina sumu, soumo, sumoo woolwa, sumo tawahka y taguaca. El vocablo sumo tiene relación histórica y alude, en miskito, a una situación de inferioridad. Desde el año 1974 no se han efectuado censos poblacionales sobre las comunidades indígenas del país. Sin embargo, y aunque es imposible precisar, en la parte de Honduras se calculan de 800 a 1.000 tawahkas, en total con los de Nicaragua y Honduras juntos se estima un número que ronda los 14.000, aproximadamente.

Sus comunidades son pequeñas y centradas en la familia. La mayor parte de los siete poblados actuales se caracterizan por albergar de un 90 a un 95 por ciento de los miembros de una misma familia. Están estrechamente vinculados a la tierra y su forma de vida es la agricultura de subsistencia con técnicas tradicionales. En la producción económica participa toda la familia y son los trabajadores los que realizan las labores agrícolas, por lo general a la orilla del río. Los hombres tawahkas participan en la construcción de pipantes, una especie de canoa. Se mantiene la antigua práctica del lavado de oro en el río Patuca y también realizan actividades asalariadas en plantaciones de banano cerca de sus poblados. El cacao y la madera son otras fuentes de ingresos.

 Aunque la mayoría de los tawahkas son católicos, el sistema de culto de los tawahkas se basa en las creencias chamanísticas. Ponen toda su fe en los hombres o mujeres escogidos por los espíritus que se convierten en sus mensajeros, para el bien o para el mal. Los elegidos deben de superar unas pruebas o sufrimientos que pueden ser graves enfermedades, para llegar a ser reconocidos como sukias. Pero no sólo de esta manera se puede llegar a ser aceptado como sukia, existe otra más dramática e impresionante, es la de ser electrocutado por un rayo. Los que sobreviven a estas descargas eléctricas son los considerados más poderosos. Los sukias se dedican a las actividades curativas y sus conocimientos se basan en el saber tradicional de la fauna y flora local. En los cultos funerarios colocan dentro de las sepulturas unos bastones sólidos para que el alma del difunto pueda defenderse y escapar de los peligros que le amenazan.



Otomíes
(Hidalgo)



Usos y Costumbres
Si bien la religión está influenciada por el catolicismo, subsiste en algunas localidades, sobre todo en las más aisladas, un sustrato más tradicional, particularmente en lo que se refiere al culto a los muertos, la creencia en el nagualismo y la causalidad de las enfermedades y su curación.
Entre los otomíes, el matrimonio era de carácter endogámico, concertado entre los padres de los contrayentes, a través del patrón de petición de la novia y entrega de regalos a su familia hasta lograr su consentimiento. En la actualidad, las más de las veces, el matrimonio se da por elección propia y cuando ocurre dentro de la localidad, el novio suele prestar su servicio prematrimonial en la casa de los padres de su futura esposa.

En el ámbito cultural, la familia, la música, la danza, la tradición oral, el sistema de cargos para la organización de las principales festividades religiosas de la comunidad, el rito, el culto religioso, y más recientemente, a través de su Centro Ceremonial Otomí, han sido elementos fundamentales para la expresión, conservación y preservación de la identidad y personalidad de este pueblo indígena del Estado, poseedor de un amplio patrimonio cultural e histórico.

En la organización social del pueblo otomí se han conservado formas y autoridades tradicionales, que le han permitido conservar la unidad social de sus comunidades y también preservar su identidad cultural. En los aspectos religiosos destacan los cargos de mayordomos, fiscales, cargueros, topiles, rezanderos y cantores, entre otros, que tienen una gran importancia en la vida cotidiana de cada comunidad.
Vestimenta 

El vestido de la mujer otomí, consiste en un chincuete o “enredo” de lana muy amplio y largo de color azul marino o negro, con líneas verdes, anaranjadas y amarillas; y una blusa de popelina de color blanco, manga corta con bordados en motivos florales, faunísticos o geométricos, o bien una combinación de ellos. Es característico de la indumentaria otomí el uso del quesquémil, que puede ser de algodón, lana o artisela en varios colores.


Actividad Económica

En las temporadas “libres” del ciclo agrícola, los hombres y mujeres otomíes emigran hacia las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México, con objeto de emplearse en el sector secundario o terciario de la economía, a fin de complementar sus ingresos. Las mujeres generalmente se emplean como trabajadoras domésticas.
La actividad agrícola, particularmente el cultivo de maíz,


constituye la principal actividad económica de los otomíes; quienes, además, crían ovejas, cerdos, vacas, caballos y especies menores como pollos y conejos, entre otros, ya sea para autoconsumo o para la venta, sin que ello les genere ingresos económicos suficientes. En diversos municipios, los otomíes se dedican también a la producción y comercialización de artesanías y otros productos útiles para el trabajo doméstico.
Historia
Los otomíes o hñähñu aparecen como un pueblo ligado a los Olmecas de Nonoualco y a los estratos más antiguos del Alto Altiplano. Fueron los primeros pobladores del Valle de Tula, incluso antes de la llegada de los Toltecas.


                
   Olmecas
 (Tabasco y Veracruz)


El antiguo pueblo de los olmecas del sur del golfo de México originó la más antigua civilización en Mesoamérica (México y América Central), y cuyo esplendor se fecha desde aproximadamente el 1500 hasta el 900 a.C. Su área central ocupó unos 18.000 km2, en las pantanosas selvas de las cuencas ribereñas de los actuales estados mexicanos de Veracruz y Tabasco. Su influencia se extendió gradualmente hasta las tierras altas de México, esto es, el valle de México, conocido como el Anahuác, y los actuales estados de Oaxaca y Guerrero, por lo que influyeron en otras culturas posteriores como la mixteca y zapoteca. Los olmecas iniciaron su andadura, durante el denominado período olmeca I (1500-1200 a.C.), con pequeñas aldeas costeras que practicaban una agricultura incipiente y mantenían el importante aporte de la caza y la recolección. El período olmeca II (1200-400 a.C.) comprende San Lorenzo, su centro más antiguo conocido, que fue destruido en torno al año 900 a.C. y sustituido por La Venta, una ciudad creada según un patrón axial que influyó en el desarrollo urbanístico de América Central durante siglos. Una pirámide de tierra apisonada de 30 m de altura, una de las más antiguas de Mesoamérica, estaba situada en el centro de un complejo de templos y patios abiertos. El período olmeca III (400-100 a.C.) se caracteriza por su marcada decadencia, ubicado en los centros de Tres Zapotes y Cerro de las Mesas y que reflejan ya las influencias de las culturas de Teotihuacán y maya, que comenzaron su expansión en los primeros siglos de la era cristiana.
Los olmecas, cuyo nombre significa ‘país del hule’ (del azteca ulli, hule o caucho), fueron los primeros en emplear la piedra en la arquitectura y escultura, a pesar de tener que extraerla de los montes de Tuxtla, a 97 km al este de Tula. Sus obras escultóricas incluyen tanto las colosales cabezas masculinas de basalto de 2,7 m de altura y 25 toneladas de peso como pequeñas estatuillas de jade que pueden observarse, junto a otros productos olmecas, en la ciudad mexicana de Villahermosa. Su sistema de escritura fue el precursor de los jeroglíficos mayas, y es probable que el famoso calendario maya se haya originado en la cultura olmeca. La civilización olmeca dejó establecidos patrones de cultura que influyeron en sus sucesores en los siglos venideros; por ello está considerada como la cultura ‘madre’ más importante de México.



 Mixtecos
(Oaxaca, Guerrero y Puebla)


El pueblo amerindio de los mixtecos de la familia lingüística otomanque, habitante de los actuales estados mexicanos de Oaxaca, Guerrero y Puebla. La cultura mixteca floreció en el sur de México desde el siglo IX hasta principios del XVI y sus miembros fueron los artesanos más famosos de México. Sus trabajos en piedra y en diferentes metales nunca fueron superados. Entre sus especialidades se podían citar los mosaicos de plumas, la alfarería polícroma decorada y el tejido y bordado de telas.
Las contribuciones más importantes de los mixtecos son: los registros pictográficos en códices hechos sobre piel de venado de la historia militar y social que narran aspectos del pensamiento religioso, de los hechos históricos y de los registros genealógicos de su cultura; la orfebrería, cuyas muestras como pectorales, narigueras, anillos o aretes, demuestran que manejaron con maestría el oro trabajado con la técnica de la cera perdida, así como el labrado del alabastro, el jade, la turquesa y la obsidiana, entre otros. Las piezas más notables que se conocen proceden de los enterramientos de Monte Albán, descubiertos por el arqueólogo Alfonso Caso, y se exhiben en el Museo Regional de Oaxaca. Otros legados mixtecos son: un calendario análogo al utilizado por los aztecas y sus técnicas agrícolas.
Entre los siglos XI y XII de nuestra época, los mixtecos adoptaron una influencia tolteca cuya característica civilizadora los motivó a buscar asentamientos más estables que los que habían tenido; se dedicaron a dominar a los zapotecas por medio de invasiones de sus tierras, guerras y alianzas políticas por matrimonios. De ese modo se apoderaron, por ejemplo, de Monte Albán, que había sido abandonada por los zapotecas y los mixtecos convirtieron en necrópolis, enriqueciendo notablemente sus monumentos funerarios. Tanto en esa ciudad, como en Mitla, aportaron conceptos arquitectónicos evolucionados como las grecas geométricas de piedras ensambladas que adornan los palacios. Otras ciudades zapotecas de las que se apoderaron los mixtecos son Zaachila y Yagul, también en el estado de Oaxaca, con las que se complementa el conjunto del impresionante legado de estas culturas. Los mixtecos influyeron en el declive de la civilización maya en el sur, y permanecieron independientes de los aztecas en el norte. Es posible que la población mixteca actual ronde el medio millón de personas, distribuidas en 3 regiones principales: la Mixteca Alta (en las zonas frías de la sierra Madre del Sur), la Mixteca Baja (siguiendo el curso del río Atoyac) y la costa (estados de Oaxaca y Guerrero).



 Mayas
(Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas)






El Maya es un grupo de pueblos indígenas mesoamericanos perteneciente a la familia lingüística maya o mayense, que tradicionalmente han habitado en los estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, en la mayor parte de Guatemala y en regiones de Belice y Honduras.
El pueblo más conocido, el maya propiamente dicho, que da nombre a todo el grupo, ocupa la península de Yucatán. Entre los demás pueblos significativos se hallan los tzeltales de las tierras altas de Chiapas; los choles de Chiapas; los quichés, cakchiqueles, pokonchis y pokomanes de las montañas de Guatemala y los chortís del este de Guatemala y el oeste de Honduras. Todos estos pueblos formaban parte de una civilización y cultura comunes que, en muchos aspectos, alcanzó las más elevadas cotas de desarrollo entre los indígenas de todo el área mesoamericana.

Organización económica y social






 La agricultura ha constituido la base de la economía maya desde la época precolombina y el maíz es su principal cultivo. Los mayas cultivaban también algodón, frijol (poroto o judía), camote (batata), yuca y cacao. Las técnicas del hilado, el tinte y el tejido consiguieron un elevado grado de perfección. Como unidad de cambio se utilizaban las semillas de cacao y las campanillas de cobre, material que se empleaba también para trabajos ornamentales, al igual que el oro, la plata, el jade, las conchas de mar y las plumas de colores.

Los mayas formaban una sociedad muy jerarquizada. Estaban gobernados por una autoridad política, el Halach Uinic, jefe supremo, cuya dignidad era hereditaria por línea masculina, y el Alma Kan, sumo sacerdote. El jefe supremo delegaba la autoridad sobre las comunidades de poblados a jefes locales o bataboob, capataces de explotación agrícola que cumplían funciones civiles, militares y religiosas. La unidad mínima de producción era la familia campesina, que cultivaba una ‘milpa’ (parcela de una 4-5 hectáreas) mediante el sistema de rozas, para atender a sus necesidades y generar, a veces, un excedente del que se apropiaba la clase dirigente.

Arquitectura

La cultura maya produjo una arquitectura 
monumental, de la que se conservan grandes ruinas en Palenque, Uxmal, Mayapán, Copán, Tikal, Uaxactún, Quiriguá, Bonampak, Tulún y Chichén Itzá, entre muchas otras. Estos lugares eran enormes centros de ceremonias religiosas. Se consideran tres estilos arquitectónicos: el río Bec, el Chenes y el Puuc, cada uno con características de ingeniería y ornamentación propias. La distribución de las ciudades consistía en una serie de estructuras piramidales, la mayoría de las veces coronadas por templos o cresterías labradas, y agrupadas alrededor de plazas abiertas. Las pirámides escalonadas estaban recubiertas con bloques de piedra pulida y por lo general llevaban tallada una escalinata en una o varias de sus caras. La infraestructura de las pirámides estaba formada habitualmente por tierra y piedras, pero a veces se utilizaban bloques de piedra unidos con mortero.
Aunque en la actualidad representa una excepción, se cree que el Templo de las Inscripciones de Palenque, que aloja la tumba del rey Pacal, puede no ser el único monumento de uso funerario que se construyó en la cultura maya. El tipo más común de construcción consiste en un núcleo de escombros o piedra caliza partida, mezclada con hormigón o cemento, y recubierta con piedra pulida o estuco. Las paredes de piedra se edificaban, por lo general, sin mortero. La madera se utilizaba para los dinteles de las puertas y para las esculturas. Su gran hallazgo técnico fue el sistema de la falsa bóveda por aproximación de filas de bloques de piedra, para cubrir espacios alargados o estrechos, que concluyen en el característico arco maya, del cual existen 10 tipos diferentes. Las ventanas eran poco frecuentes, muy pequeñas y estrechas. Los interiores y exteriores se pintaban con colores vivos. Se dedicaba especial atención a los exteriores y se decoraban profusamente con esculturas pintadas, dinteles tallados, molduras de estuco y mosaicos de piedra. Las decoraciones se disponían generalmente en amplios frisos que contrastaban con franjas de ladrillos lisos. Las viviendas de los comunes se parecían seguramente a las chozas de adobe y techumbre de ramas que todavía hoy se pueden apreciar entre los mayas contemporáneos.

Escritura
Los pueblos mayas desarrollaron un método de notación jeroglífica y registraron su mitología, historia y rituales en inscripciones grabadas y pintadas en estelas (bloques o pilares de piedra), en los dinteles y escalinatas y en otros restos monumentales. Los registros también se realizaban en códices de papel amate (corteza de árbol) y pergaminos de piel de animales. Sólo existen tres muestras de estos códices: elDresdensis (Dresde), actualmente en Dresden; el Perezianus (Peresiano o de París), en París; y el Tro-cortesianus (Tro-Cortesiano o Matritense maya). Estos códices se utilizaban como almanaques de predicción en temas como la agricultura, la meteorología, las enfermedades, la caza y la astronomía.
En el siglo XVI se escribieron textos en lengua maya pero con alfabeto latino, y entre los más importantes se encuentran el Popol Vuh, relato mítico sobre el origen del mundo y la historia del pueblo maya, y los llamados libros de Chilam Balam,crónicas de chamanes o sacerdotes en las que se recogen acontecimientos históricos. La obra del obispo fray Diego de Lanza, Relación de las cosas de Yucatán, ha resultado una fuente importantísima para descifrar la grafía maya.

Calendario y religión


Entre los mayas, la cronología se determinaba mediante un complejo sistema calendárico. El año comenzaba cuando el Sol cruzaba el cenit el 16 de julio y tenía 365 días; 364 de ellos estaban agrupados en 28 semanas de 13 días cada una, y el año nuevo comenzaba el día 365. Además, 360 días del año se repartían en 18 meses de 20 días cada uno. Las semanas y los meses transcurrían de forma secuencial e independiente entre sí. Sin embargo, comenzaban siempre el mismo día, esto es, una vez cada 260 días, cifra múltiplo tanto de 13 (para la semana) como de 20 (para el mes). El calendario maya, aunque muy complejo, era el más exacto de los conocidos hasta la aparición del calendario gregoriano en el siglo XVI.
La religión maya se centraba en el culto a un gran número de dioses de la naturaleza. Chac, dios de la lluvia, tenía especial importancia en los rituales populares. Entre las deidades supremas se hallaban Kukulkán, versión maya del dios azteca Quetzalcóatl; Itzamná, dios de los cielos y el saber; Ah Mun, dios del maíz; Ixchel, diosa de la luna y protectora de las parturientas, y Ah Puch, diosa de la muerte. Una característica maya era su total confianza en el control de los dioses respecto de determinadas unidades de tiempo y de todas las actividades del pueblo durante dichos períodos.

Historia
Los orígenes de la civilización maya son objeto de discrepancias académicas en virtud de las contradictorias interpretaciones de los hallazgos arqueológicos. El período formativo comenzó, cuando menos, hacia el 1500 a.C. Durante el período clásico, aproximadamente entre el 300 y el 900 d.C., los mayas extendieron su influjo por la zona sur de la península de Yucatán y el noroeste de las actuales Guatemala y Honduras. Se construyeron entonces los grandes centros ceremoniales como Palenque, Tikal y Copán. Los centros maya fueron abandonados de forma misteriosa hacia el año 900 y algunos individuos emigraron al Yucatán.
En el período postclásico, desde el 900 hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, la civilización maya tenía su centro en el norte de Yucatán. La migración tolteca de los itzáes, procedentes del valle de México, impactó fuertemente en sus estilos artísticos. Chichén Itzá, Mayapán y Uxmal fueron ciudades esplendorosas. La Liga de Mayapán, que dominó la península de Yucatán durante dos siglos, preservó la paz durante algún tiempo, pero tras un período de guerra civil y de revolución, las ciudades quedaron abandonadas. Los españoles vencieron con facilidad a los grupos mayas más importantes, pero el gobierno mexicano no logró subyugar las últimas comunidades independientes hasta 1901. Actualmente los mayas forman la mayoría de la población campesina en Yucatán y Guatemala.
La lengua maya (también llamada yucateca) la hablan unas 350.000 personas en Yucatán, Guatemala y Belice.


Huicholes
(Sinaloa)


El origen de los Huicholes es incierto, aunque se han elaborado algunas hipótesis basadas en datos lingüísticos, mitológicos y arqueológicos.
Es probable que los Huicholes desciendan de distintos grupos que, en algún tiempo, se fueron asentando en la Sierra Madre Occidental.
Algunos de estos grupos fueron, posiblemente, tribus que pertenecieron a la familia yuto-azteca y que huyeron del poderío de algún imperio mesoamericano, en cuyo territorio se encontraron con otros grupos ya establecidos en la Sierra.
Es probable que entre los ascendientes de los Huicholes hubiera algunas tribus teochichimecas (indígenas del norte).
También es probable que algunos grupos de las tierras bajas de la costa se hayan mezclado con los antepasados huicholes en distintas épocas. Al parecer, los ancestros de los Huicholes mantuvieron una vida independiente de los grandes imperios mesoamericanos.
En el periodo de la Conquista, muchos sobrevivientes de la guerra contra las tropas españolas que incursionaron en la zona, huyeron a la Sierra. Ésta, por su difícil acceso, no fue conquistada. Se poblaron sus alrededores durante la última década del siglo XVI y principios del XVII.
Los pueblos de Colotlán, Mezquitic, Huajimic, Huejuquilla y Tenzompa fueron fundados por los españoles como fronteras para delimitar el territorio conquistado.
El periodo Independiente fue escenario de despojo de tierras debido a las leyes de desamortización.
En 1887 el gobierno de Porfirio Diaz intentó nuevamente deslindar las tierras, lo que provocó enfrentamientos entre las propias comunidades.
La Revolución trajo un periodo de violencia a la Sierra, que fue escenario de paso de distintos grupos armados. Aunque los Huicholes no se aliaron a ningún bando en particular, la situación se tornó caótica.
La guerra cristera significó otro periodo de violencia en la zona.
Actualmente, los Huicholes siguen defendiendo sus tierras de los abusos e invasiones de mestizos (de sangre india mezclado con la sangre española, como lo es la mayor parte de los mexicanos) u otros indígenas de la Sierra, quienes ejercen una constante presión para apoderarse de los recursos de su territorio.


Huastecos
(San Luis Potosí)


SI BIEN LOS HUASTECOS NUNCA CONSOLIDARON UNA UNIDAD POLÍTICA MAYOR, SE ENCONTRABAN ORGANIZADOS EN CIUDADES-ESTADO. SU LENGUA Y TRADICIONES CULTURALES LES DIERON UNA GRAN COHESIÓN, QUE SOBREVIVIÓ NO SÓLO A LAS INTROMISIONES NAHUAS Y ESPAÑOLAS SINO QUE HASTA LA FECHA PUEDE RECONOCERSE COMO UNA DE LAS CULTURAS INDÍGENAS TRADICIONALES DE MÉXICO


 Por décadas el mayor atractivo de la cultura huasteca han sido sus extraordinarias esculturas; sólo hasta tiempos recientes se han intensificado los proyectos de investigación científica que permiten conocer mejor su historia y sus características sociopolíticas, información que se complementa con algunos rasgos arqueológicos como la cerámica y la arquitectura, de los que ya se tenían noticias.



EL TERRITORIO

El vasto territorio huasteco se extiende por el sur desde el río Cazones, en Veracruz, hasta el río Soto la Marina, en Tamaulipas, por el norte; la costa del Golfo es su límite natural al este y por el poniente ocupa importantes zonas de los estados de San Luis Potosí, Querétaro e Hidalgo.
El territorio muestra una gran variedad ecológica: costas, planicies, llanuras y estribaciones montañosas. Sin duda, los huastecos prefirieron los climas cálidos, a veces extremos, ya que sus asentamientos nunca rebasaron los 1 000 msnm. La agricultura, principalmente el cultivo de maíz, fue la base económica fundamental de los huastecos.

LOS ORÍGENES
Los estudios en antropología física y lingüística permiten ubicar en alrededor de 1500 a.C. el establecimiento de los huastecos en la región septentrional de la Costa del Golfo. Como lo han planteado varios especialistas, la lengua de ese pueblo está emparentada con la gran familia mayense, que ocupa la península de Yucatán y otras regiones del sureste mesoamericano. Se ha planteado que su separación territorial es producto de intromisiones de grupos nahuas y totonacas que se asentaron posteriormente en el centro de Veracruz.



Guaycunes
(Baja California sur)








También conocidos como guaycura o waicura—fueron un pueblo nativo de Baja California Sur (México), que ocupó un área que se extendía desde el sur de la actual ciudad de Loreto hasta Todos Santos. Disputaban el área de La Paz a los pericúes.

Historia



Los guaicura entraron en contacto con los españoles en Airapí (nombre indígena con el que se denominaba el actual emplazamiento de la capital sudcaliforniana) alrededor del año 1530. Por un siglo y medio, los encuentros con las expediciones marítimas a la Península de California fueron esporádicos. Las misiones jesuitas destinadas a la evangelización de los guaicuras fueron construidas en Airapí (1720), Chillá (1721), Todos Santos (1733) y Chiriyaquí (1737). Los guaicuras estuvieron implicados en la Revuelta de los Pericúes en contra de los jesuitas en 1734, y comenzaron a declinar demográficamente en la segunda mitad del siglo XVIII. Probablemente se extinguieron culturalmente alrededor del año 1800.
Algunos exploradores y misioneros dejaron ciertos informes etnográficos relacionados con el pueblo guaicura. Los más detallados de ellos corresponden al sacerdote jesuita alsaciano Johann Jakob Baegert, que se estableció en San Luis Gonzaga de Chiriyaquí entre 1751 y 1768 (Baegert 1772, 1952, 1982). Baegert tomó demasiado a pecho su cargo en Chiriyaquí, al grado que calificó a los guaicuras de “estúpidos, brutos, sucios, insolentes, ingratos, mendaces, grandes habladores hasta el final e infantiles.” (Baegert 1952:80). Pensaba que la organización social de este pueblo era el extremo de la simplicidad, y creía que ese sistema había permanecido siempre así (cf. Laylander 2000).

Lengua



El testimonio de Baegert incluye un vocabulario y textos en la lengua guaicura. William C. Massey (1949) sugirió una relación lingüística entre el guaicura y el pericú, pero esta propuesta carece de evidencia suficiente y comparaciones significativas. Algunos lingüistas han sugerido que el guaicura puede pertenecer a la controvertida familia hokana de California y México (Gursky 1966; Swadesh 1967); sin embargo, la evidencia disponible no parece concluyente (Laylander 1997; Mixco 2006).



Cochimies
(Baja California)




Los cochimíes son una etnia de México que habita el estado de Baja California, los cochimíes hablaban una lengua de la familia yumano-cochimí ahora prácticamente extinta llamada laymón o mti’pái, que ahora cuenta con menos de un centenar de hablantes

Actualmente la mayoría de cochimíes viven en la comunidad de la Huerta y en San Antonio Necua o Cañón de los Encinos. Ocupan un territorio de 3272de tierras regadas por bombeo y siembran frijol, maíz, cítricos y otros árboles frutales y tienen también algunas cabezas de ganado.

Los antiguos cochimí decían, refiriéndose a su mitología, que el cielo, la tierra, y todo lo que ella acoge, lo había hecho un gran señor, un capitán grande que se llamaba Menichipo. El primer encuentro que los indígenas cochimí tuvieron con los conquistadores españoles fue en el siglo XVI, fueron encuentros esporádicos, que se hicieron más prolongados y continuos cuando en el XVII los jesuitas se establecieron con sus misiones en la península de la Baja California. En 1768 la corona española expulsó a los jesuitas del territorio y un año más tarde fueron los franciscanos, con fray Junípero Sierra a la cabeza, los que les sucedieron fundando la misión en el camino hacia el norte, hacia la Alta California, por último fueron los dominicanos los que crearon la nueva misión y definitiva entre los cochimí, en El Rosario, en 1774. Las epidemias de enfermedades que llevaron consigo los europeos no fueron ajenas tampoco al pueblo cochimí, que al igual que la mayoría de los pueblos indígenas las sufrieron causando estragos, la población se fue diezmando entre los siglos XIX y principios del XX su cultura e idioma acabó por extinguirse.



Chichimecas
(Guanajuato, Nuevo león , Querétaro, Zacatecas  y Guanajuato)


Chichimecas es el nombre que dieron los pueblos de alta cultura de la región central de México a los habitantes de las vastas regiones del norte, tenidos como primitivos. En idioma náhuatl la palabra chichimeca parece significar ‘los del linaje de los perros’. De acuerdo con varios testimonios procedentes del siglo XVI, había tres clases principales de chichimecas. Unos eran de filiación étnica otomí. Otros eran nahuas que, en tiempos antiguos, se habían establecido en el norte, incluyendo algunos que llegaron a constituir avanzadas de la alta cultura mesoamericana. Finalmente, estaban los chichimecas propiamente dichos, es decir los tenidos como bárbaros, seminómadas dedicados a la cacería y a la recolección. En la actualidad sobrevive un pequeño grupo conocido como el de los chichimecas-jonaz en el pueblo llamado La Misión, cerca de San Luis de la Paz, en Guanajuato.
De acuerdo con varios códices indígenas, entre ellos el conocido como Xolotl a mediados del siglo XIII d.C., cuando ya los toltecas habían abandonado su metrópoli de Tula, los chichimecas capitaneados por su caudillo Xolotl, avanzaron hacia el valle de México. Establecidos en varios lugares del mismo, entraron en contacto con los pueblos sedentarios de alta cultura que allí moraban. Se produjo entonces un intenso proceso de aculturación en función del cual los chichimecas cambiaron sus formas de vida y asimilaron las de aquéllos con quienes convivían. Surgieron así varios señoríos, entre ellos los de Azcapotzalco, Tezcoco, Huexotla y Coatlinchan. A los gobernantes de ellos se les nombró con frecuencia señores tolteca-chichimecas, destacando así que habían recibido el doble legado de los pueblos sedentarios y de aquéllos procedentes del norte. Así, el término ‘chichimeca’ fue adquiriendo nuevas connotaciones culturales.
Respecto de los otros grupos que permanecieron en el norte con sus antiguas formas de vida, en particular los de filiación pame, antepasados de los chichimeca-jonaz, puede decirse que subsistieron al margen de la civilización durante buena parte del período colonial. Fundadas ya las ciudades de Guadalajara y Zacatecas, esos chichimecas continuaron siendo una amenaza ya que atacaban a los pueblos y asaltaban a los que atravesaban los caminos. En 1541 se produjo un gran levantamiento, conocido como la guerra del Miztón. Esta llegó a poner en jaque a la región septentrional de la Nueva España. Para sofocar la rebelión marchó en persona el virrey Antonio de Mendoza. Poco antes, Pedro de Alvarado, había intentando sujetar a los rebeldes perdiendo la vida en su intento. El virrey Mendoza logró su pacificación, aunque sólo temporalmente. Diversos grupos chichimecas en los territorios de los actuales estados de Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Jalisco y Durango se mantuvieron en actitud hostil por mucho tiempo. Ello movió a las autoridades españolas a erigir presidios, es decir fuertes en lugares estratégicos. Algunos se transformaron más tarde en ciudades como las de San Miguel el Grande (hoy día San Miguel de Allende), Ojuelos, Celaya, Portezuelos, Colotlán, Nombre de Dios y otros. En el proceso de pacificación de los chichimecas participaron frailes franciscanos que establecieron entre ellos algunas misiones, también algunos capitanes mestizos como el célebre Miguel Caldera. Otro factor importante en la pacificación fue la creación de colonias de indígenas tlaxcaltecas, antecedente de varias poblaciones. Hacia fines del período colonial la mayor parte de los chichimecas o se había amestizado con los tlaxcaltecas y españoles o había desaparecido como consecuencia de los enfrentamientos bélicos y las epidemias.


Aztecas
(DF México)




Los aztecas o mexicas fueron un pueblo que dominó el centro y sur del actual México, en Mesoamérica, desde el siglo XIV hasta el siglo XVI y que es famoso por haber establecido un vasto imperio altamente organizado, destruido por los conquistadores españoles y sus aliados tlaxcaltecas. Algunas versiones señalan que el nombre de ‘azteca’ proviene de un lugar mítico, situado posiblemente al norte de lo que hoy en día es México, llamado Aztlán; más tarde se autodenominaron mexicas.

Orígenes
Tras la caída de la civilización tolteca que había florecido principalmente en Tula entre los siglos X y XI, oleadas de inmigraciones inundaron la meseta central de México, alrededor del lago de Texcoco. Debido a su tardía aparición en el lugar, los aztecas-mexicas se vieron obligados a ocupar la zona pantanosa situada al oeste del lago. Estaban rodeados por enemigos poderosos que les exigían tributos, y la única tierra seca que ocupaban eran los islotes del lago de Texcoco, rodeados de ciénagas.
El hecho de que, desde una base tan poco esperanzadora, los aztecas fueran capaces de consolidar un imperio poderoso en sólo dos siglos, se debió en parte a su creencia en una leyenda, según la cual fundarían una gran civilización en una zona pantanosa en la que vieran un nopal (cactus) sobre una roca y sobre él un águila devorando una serpiente. Los sacerdotes afirmaron haber visto todo eso al llegar a esta zona; como reflejo de la continuidad de esa tradición, hoy en día esa imagen representa el símbolo oficial de México que aparece, entre otros, en los billetes y monedas.
Al aumentar en número, los aztecas establecieron organizaciones civiles y militares superiores. En 1325 fundaron la ciudad de Tenochtitlán (ubicada donde se encuentra la actual ciudad de México, capital del país).


Apaches
(Sonora)



Sus creencias se originaron en los bosques canadienses. La forma de vida estaba fuertemente marcada por la caza y las largas esperas, que se resolvían en momentos de extrema actividad. Dado que muchas veces cazaban en solitario, valoraban el individualismo y las decisiones personales. Esta falta de vínculos formales evitaba que se establecieran estructuras tribales muy organizadas. 
Los apaches permanecían nómadas, siguiendo las migraciones de los animales, lo que introducía un elemento de respuesta agresiva en sus conductas. Por ello fueron los primeros indios en poseer caballos robados a los europeos, ya que el contar con los animales les permitía ampliar sus territorios de caza.
Asimismo eran progresistas, introdujeron orientaciones nuevas, como en la vestimenta. Algunos grupos adoptaron el tipi como vivienda, en vez de la tradicional recubierta de maleza, hecha con los mismos materiales con los que confeccionaban soberbios trabajos de cestería.
Las mujeres reunían el alimento, madera y agua, mientras los hombres salían a cazar e invadir. Las tribus occidentales marcaban su descendencia por la línea matrilineal, las demás partían de ambos padres. Practicaban la poligamia si la situación económica lo permitía, y los casamientos eran fácilmente rompibles.
La religión era una parte fundamental de la vida apache. Su mitología trata de la búsqueda de la patria ayudados por los "dioses gemelos de la guerra", los cuales viajaban por la tierra y establecían los límites del mundo y las zonas en que los grupos podían vivir.
Para los apaches el mundo estaba en continuo movimiento y muchos de sus rituales se centraban en elementos inmediatos y espontáneos. El aire, el viento, forman parte de las personas y los seres minerales, el mismo poder que calentaba un grano de arena, daba energía a las personas.
Sus dioses principales, Gan (espíritus de las montañas) derivan su fuerza de los bosques y el desierto, se retrotrae al Oso y la Serpiente y se vinculan con el Rayo y las Estrellas. Estos espíritus bailan de noche frente al fuego, su danza es de búsqueda y vienen de las cuatro direcciones.
Durante la representación el pueblo revive el origen de los apaches y las migraciones de sus antecesores. Las bendiciones de los espíritus pasan por las mujeres de la tribu, que los encierran en un círculo que se mueve lentamente y que se baila alrededor de la lumbre.
Sin embargo a los espíritus les acompaña un payaso que les sigue agitando maracas e imitando sus movimientos, y éste es el más sagrado, el que guarda a los espíritus de las montañas y aleja las influencias negativas del círculo.
Para el pueblo apache la necesidad de celebrar es tan sagrada como el cántico del chamán; sus celebraciones son una afirmación de la vida.